domingo, 21 de junio de 2009

FELIZ DIA PAPA

Es una noche apacible y en casa esta toda la familia festejando el cumpleaños del más pequeño. De pronto, un sonido quiebra el silencio nocturno. La sirena de los bomberos. El papá toma su billetera y el celular, mientras tanto la nena mayor le abre la puerta de casa y la mujer lo despide con un beso. La comida quedó caliente en la mesa y el más chiquito se trepa a la silla que esta en la ventana apretando su nariz contra el vidrio, como si así pudiera estar cerca de su papá, a quien ve salir corriendo mientras la sirena vuelve a sonar. El hombre, exhausto llega al cuartel, luego de recorrer varias cuadras para acudir al llamado. Allí, el camión ya se encuentra en marcha con el chofer al volante esperando personal. El bombero se calza las botas, que tienen incluido los pantalones y mientras se sube un tirador va corriendo con el chaquetón en la mano y el casco lo deja caer sobre su cabeza. Sube al camión y ya no hay tiempo de esperar a nadie más. Salen al siniestro. En el asiento delantero acompaña al chofer el jefe de la dotación y atrás dos bomberos más. Les avisan por la radio que se trata de un incendio. El jefe ordena colocarse los equipos de respiración y designa los roles, mientras en el trayecto una gran llamarada rompe la oscuridad y con gran altura llega al cielo. Pide mas refuerzos, se da vuelta y les dice..muchachos..cuídense. Ya llegan. Cada uno sabe que hacer. Pero mientras están atacando el incendio los alertan de una familia que había quedado en el interior de aquel edificio en llamas. Dos Bomberos se preparan para ingresar a la búsqueda. Se trata de los papas y dos niños menores, una nena y un varón, les dicen. Al llegar al 3º piso ya el humo los invade, por lo que comienzan a gatear buscando las puertas e ingresando a cada departamento a oscuras, como si la noche se hubiera apoderado del edificio que por fuera irradiaba luz con llamas por cada costado. Las técnicas los ayudan a buscar a ciegas, en un mundo de obscuridad, donde sólo escuchan su respiración. El silencio es atroz. De pronto, una de las puertas abre a medias, como si hubiera un obstáculo que lo impidiera. Con fuerza logran ingresar y encuentran desmayados a los adultos tras ella. Apoyados por otro grupo de búsqueda aquellos logran rescatar a los mayores, quienes están siendo atendidos afuera, por suerte concientes. Pero la desazón no ha cedido. La desesperación por el tiempo transcurrido y la menor probabilidad de encontrar a los chicos con vida preocupa a los rescatistas, mientras por su cabeza y su corazón pasan las imágenes de sus hijos viéndolo correr en ayuda de otros e imagina la espera de su familia en casa, preocupados por lo que pueda pasarle. Ese ímpetu de fortaleza los lleva con más ahínco en la búsqueda, que luego de un par de minutos da sus frutos. Al lado de las camas estaban los pequeños, inconcientes, pero no había tiempo que perder, así que cada uno sacó arrastrando a los niños hasta afuera, donde los médicos de la ambulancia se hicieron cargo de la reanimación de ellos. La niña respondió a las maniobras, mientras al pequeño, de tan solo 3 años le costaba salir. El bombero miraba absorto, obnubilado, rezando para que se ponga bien. Luego de un tiempo los médicos deciden abortar los cuidados que llevaban y declarar su deceso. Lo siento, le dicen, hicimos lo posible. Los hombres no lloran dice un dicho. Pero las lágrimas clamaban por salir de sus ojos. Su corazón latía más rápido, un sentimiento de dolor se apoderaba de su ser. Se aparto detrás del camión y se sentó sobre el paragolpes. Sollozando tomó su teléfono y llamó a casa. -¿Como están los chicos? Interrogó a su mujer. - Bien, esperándote. No se quisieron dormir. ¿Estás bien? Requirió la esposa -Perdimos un nene, tenía sólo 3 años, como mi pequeño-decía sollozando casi sin poder contener el llanto- Logramos sacarlo pero no aguantó. - Lo siento mi amor. Se que hiciste lo posible, pero Dios lo quiso así. El te cuidaba a vos para que el día de mañana puedas ayudar a más gente… y además nosotros te amamos tanto que hubiéramos sufrido mucho si algo te pasaba. Vení rápido que los chicos preguntan por vos. - Gracias mi amor. Nos vemos en casa. - Esperá que Joaquín quiere hablar con vos. Se seca un poco las lágrimas tratando de que no se note rara su voz. -Hola papi.. - Hola Joaco..todavía despierto? -Es que te extraño... cuando vas a venir? Al hombre se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas y con la manga del chaquetón lleno de hollín se restregó los ojos. -En un ratito más voy.. -Bueno papi... te quiero... chau… no tardes.

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